DE PABLO
Los habitantes (y deshabitantes) de la ciudad de Harmonía tiene la firme intuición (nunca respaldada por ningún motivo lógico) de que el excesivo desgaste de expresiones coloridas también puede ser una forma de opresión. Es por eso que, con fines de preservación estética, también se otorga un espacio a todo aquel que sufra arrebatos de asco ante la visión de la plena luz matinal. Para este propósito, el equipo de investigadores y poetas de la ciudad, han desarrollado una serie de elementos peculiares como por ejemplo: un telar que genere pura oscuridad y que sea impermeable de sonidos; figuras de diversas formas geométricas que no tiene absolutamente ninguna función; desiertos resguardados de la posible intrusión de su majestuosa soledad; cámaras fotográficas que jamás nos digan lo mismo que un espejo; tinta de color tristeza; salas pobladas de oscuros pensamientos; servicios fúnebres (equipados con un personal depresivo) diseñados para personas aun vivas. Luego, entre los ambientes ya existentes, por ejemplo, existen almohadones en cada esquina, en caso de que cualquier habitante de Harmonía desee recostarse en plena Avenida.
1 Comments:
yo quiero un desierto violeta
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