Amor y Alimentación: dos asuntos de Estado

Amor y Alimentación: dos asuntos de Estado
Si los políticos tuvieran real conciencia revolucionaria considerarían al Amor y
Lo mismo sucede con el amor: ¿cómo es posible que unos pocos acaparen las mujeres (o los hombres) más lindas (o lindos) nada más por el encanto de sus billeteras? A nadie le debería faltar su par amoroso y el Estado debería tener un ministerio especial para atender estos dos asuntos públicos de primera importancia. Porque un pueblo bien nutrido, bien alimentado y con superávit de caricias, automáticamente es un pueblo trabajador, altamente creativo, alegre y feliz.
De todos los revolucionarios que soñaron un mundo mejor, solamente el utopista francés Charles Fourier se atrevió a soñar un nuevo mundo en el cual el Amor y
Las únicas guerras que imaginó Fourier fueron las guerras gastronómicas: un ejército de chefs y gourmets planea un ataque en reunión de estado mayor, y el día de la batalla comienzan a lanzar andanadas de manjares elaborados con recetas muy reservadas. El ejército rival, no enemigo, se da por vencido y prepara la revancha para el día siguiente en que ejecutará maniobras parecidas, hasta que uno de los dos reconozca la superioridad del gusto del otro.
Fourier era partidario de comer hasta 16 veces por día, siempre que los alimentos sean sutiles y no sólo deparen placer en el paladar sino también en una digestión leve para que el alimento se transmute en espíritu.
Fourier era revolucionario, pero ante todo era un poeta.
FUNDACIÓN DE HARMONÍA LIBERTARIA
Pues bien, en homenaje a Charles Fourier se nos ocurrió una idea: como no podemos fundar físicamente una ciudad, un pueblo nuevo, una comunidad real, nos preguntamos por qué no podíamos fundar una República virtual. La fundamos y la bautizamos con el nombre de Harmonía Libertaria. Es un conjunto de ciudades pequeñas, un poco urbanas y un poco rurales, sin suburbios llenos de pobres ni grandes supermercados, donde el amor y la alimentación son parte fundamental de la administración pública. Un ejemplo: imagínense caminando un buen día de esos y que se acerquen dos señoritas policías, pero no para reprimirnos sino para cuidarnos. La oficial de turno, que cumple un servicio voluntario, observa que mis labios están secos y me pregunta si tengo sed, si me antojo un vaso de agua, un cafecito, una lata de cerveza, quizá una salteña, o si prefiero esperar a la hora de almuerzo. A un gesto, otro policía me servirá lo que me antoje. Otro caso: una bella policía me ve triste y cabizbajo; entonces se acerca y pregunta si tengo alguna pena de amor. Me quejo de estar solo y de inmediato toca su pito y aparece una bella voluntaria que aliviará de inmediato mi déficit de caricias.
La ceremonia más importante del día en Harmonía Libertaria es la hora del almuerzo: todos los comunarios de esta República virtual se reúnen en el parque central de cada ciudad donde los espera un buffet gigantesco, servido por chefs y cocineras sonrientes que aconsejan qué comer, cómo comer y cómo no excederse.
¡Cada día somos más porque cada día soñamos un mundo mejor! ¡No olvides enviarnos tus comentarios!